OPINIÓN | El nuevo paradigma de la Administración Pública del S. XXI para unas entidades locales sostenibles. Cristina González Gabarda

Los complejos retos actuales para la transición hacia un futuro sostenible requieren un nuevo paradigma de la Administración Pública del siglo XXI, una pieza clave en una sociedad avanzada para lograr mayores cotas de bienestar y de calidad de vida, en la que nadie quede atrás. Se trata de crear soluciones con las personas y no para ellas. Sin embargo, a pesar de que tenemos datos científicos y económicos abrumadores que nos indican un colapso de nuestro estilo de vida, no estamos adoptando medidas suficientes y nos hemos encontrado en Valencia una catástrofe de dimensiones sin precedentes que ha puesto de manifiesto carencias que hay que resolver para que no se repita. La gran pregunta es qué podemos hacer. Para lograr el cambio transformacional es necesaria una gobernanza eficaz, sostenible, creativa, innovadora y participativa, lo que invita a pensar cómo podemos mejorar esta máquina que es la Administración y qué metodología del cambio necesitamos. La Administración Pública tiene unos retos tan enormes y complejos que pretender resolverlos por unos pocos expertos encerrados en sus despachos resulta inviable, así que el enfoque alternativo es abrir la reflexión y la acción promoviendo una participación genuina hacia adentro y hacia afuera para encontrar las vías adecuadas que permitan afrontar dichos retos.


Los gobiernos locales, por su cercanía a las personas y el territorio, resultan claves para introducir los cambios que resulten una expresión de la realidad cultural de cada lugar, porque, a menudo, se impone el saber técnico sobre el conocimiento local, estableciendo un modelo que no tiene en cuenta el contexto cultural, y, si no se tiene en cuenta, las comunidades locales se convierten en simples receptoras de contenidos. Cada entidad local tiene su propia cultura organizativa, que se define de una forma sencilla como la forma en que se hacen aquí las cosas, y siempre es singular, porque posee su propia historia, filosofía y valores compartidos por un grupo, que trasmiten un sentido de identidad al personal y proporcionan una hoja de ruta, que las personas hacen suya y se refleja en las relaciones interpersonales, los procesos comunicacionales y el proceso de toma de decisiones, constituyendo los cimientos de la organización.


En definitiva, resulta clave impulsar lo que se ha denominado buena gobernanza, que no sólo supone una forma de gestionar los recursos a disposición de las administraciones locales, sino que implica construir un liderazgo para generar dinámicas buscando el bien común. Las administraciones locales han de pasar de ser proveedores de servicios a impulsores de ecosistemas de transformación y resulta necesaria la integración de las políticas municipales en una visión de conjunto, que rompa con los departamentos e impulse espacios para el talento. Este modelo de gobernanza implica el fortalecimiento de las capacidades, mentalidades y competencias de las instituciones públicas para construir la próxima generación de servidores públicos.


El alma del nuevo paradigma de la Administración Pública es el concepto de buena administración, implícito en nuestra Constitución (artículos 9.3, 103 y 106) y positivizado en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea (artículos 41 y 42). La buena
Administración pública es nada menos que un derecho fundamental de los ciudadanos y un principio de actuación administrativa, que implica asumir un rol de liderazgo para la mejora de los servicios públicos, la orientación a la ciudadanía y la eficiencia operativa, con un talante innovador para la aplicación de ideas novedosas en el ámbito de la gestión pública, con el objetivo de generar valor social. La ciudadanía debe exigir determinados estándares en el funcionamiento de la Administración, lo que requiere la adecuada preparación de las personas que trabajan en los organismos públicos. Por tanto, las organizaciones propias de la buena Administración pública se han de caracterizar, siempre y en todo caso, por una cultura corporativa profundamente humanista al servicio de los intereses generales, entendidos como la garantía de los derechos de las personas. Esta cultura humanista de la buena administración pública requiere una contratación pública responsable, que debe funcionar como una brújula que afiance comportamientos empresariales beneficiosos para el interés general y debe contar con los componentes adecuados de carácter transversal en materia de compra pública verde, ética y social para construir mercados más sostenibles y sociedades inclusivas.


Para que se produzca la transformación hacia el nuevo paradigma de la Administración Pública, además de impulsar la participación ciudadana, con expertos y facilitadores de dinámicas colaborativas, es necesaria la presencia del personal público en los procesos creativos porque son quienes implementan las soluciones en el aparato administrativo y conocen bien las restricciones normativas y las resistencias que se pueden producir en la ejecución de las propuestas. Por tanto, hay que fomentar una cultura organizativa creativa e innovadora con flexibilidad para el cambio, que consiga crear un sentimiento de comunidad, en la que los servidores públicos se identifiquen con sus valores y deciden dar lo mejor de sí mismos, porque sienten el objetivo de la organización como suyo, lo que permitirá a las entidades locales desarrollar procesos para ser competentes ante los retos actuales.


La creación del curso “La buena gobernanza, el derecho a una buena administración y la compra responsable para el desarrollo sostenible en las entidades locales” tenía como objetivo general proporcionar formación y motivación a los servidores públicos de las entidades locales valencianas para que se involucren en contribuir a impulsar el nuevo paradigma de la Administración pública, basada en los conceptos de la buena gobernanza, la buena administración y la compra pública responsable, con el fin de mejorar la calidad de vida de la ciudadanía. Y también hacerles ver que la creatividad no es una característica exclusiva de un reducido grupo de privilegiados, sino que cualquiera puede dar origen a una idea creativa, aunque existan personas más creativas que otras. Se trata de fomentar el espíritu de emprendimiento en los profesionales para mejorar la cultura organizativa en las Administraciones Públicas en las que trabajan y eso sólo se consigue con la motivación adecuada. Las personas son, en última instancia, las que determinan la transformación de las organizaciones y sin un cambio cultural no es posible.

Pues bien, el objetivo de formar y motivar en los valores expuestos se ha visto cumplido sobradamente gracias a unos alumnos tremendamente participativos, generando un intercambio de conocimientos que ha enriquecido el contenido del curso, Se dio la circunstancia de que cinco días después de explicar en clase los riesgos del cambio climático con un vídeo que advertía que la riada de 1957 en Valencia podía repetirse, aunque pareciera imposible con los medios actuales, la siguiente clase coincidió con la inundación terrible de muchos municipios valencianos. En la vuelta a clase, la introducción de los conceptos de buena gobernanza y de la buena administración, dio lugar a un fascinante debate sobre lo sucedido, y se realizaron trabajos en equipo que generaron propuestas innovadoras, con un afloramiento del talento creativo como palanca de desarrollo y crecimiento, desarrollando relaciones dialógicas, cargadas de sensibilidad, negociadoras y de adaptación mutua. En este proceso fue clave el desarrollo de empatía entre todos, la generación de tantas ideas como fue posible, la propuesta de proyectos en equipo, y el aprendizaje obtenido del desarrollo de las ideas, con una atmósfera lúdica para fomentar que los alumnos disfrutaran durante el proceso, con un estado mental en que dieran rienda suelta a su potencial. Fue muy satisfactorio disfrutar de su compromiso, y, viendo los resultados, parece que hemos logrado nuestro objetivo de introducir una semilla de cambio, que ha aumentado su visión hacia la innovación.

Cristina González Gabarda.

Coordinadora del curso: ‘La buena gobernanza, el derecho a una buena Administración y la compra responsable para el desarrollo sostenible de las entidades locales’.

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